La inteligencia emocional en la administración y dirección de empresa
Más allá de las habilidades técnicas, muy necesarias para todo gerente ejecutivo, está otra habilidad o tipo de inteligencia menos técnica. Es decir, la inteligencia emocional. Muchos pueden cuestionar esta idea y preguntarse qué tiene que ver la emocionalidad con la administración y dirección de empresa… Y no sin razón.
Para los que conocimos formas de liderazgos más tradicionales empleadas a finales del siglo pasado, quizás hablar del rol de la emocionalidad en la gestión de empresas es algo extraño, porque para aquel entonces el pragmatismo técnico imperaba en la mentalidad empresarial, solapando nuestra condición antropológica de seres complejos.
No obstante, en el decurso de estas últimas décadas he notado que empezamos a tener más conciencia sobre la complejidad de nuestro espectro humano, de nuestra mente y de cómo esta posee múltiples inteligencias, en la que la racionalidad técnica es apenas una de tantas. Datos que ahora suelen incluir en la dirección de empresa muchos ejecutivos.
La administración y dirección de empresa desde la inteligencia emocional
Hay muchos, tal vez demasiados conceptos de qué es la inteligencia emocional en los portales web. Sin embargo, me gusta explicarlo desde nuestra propia experiencia personal y cotidiana para que se capte mejor la idea.
Por ejemplo, a todos nos ha pasado alguna vez que cuando nos levantamos no nos sentimos con buen ánimo. Y sin embargo, estamos bien económicamente, nuestra familia está bien, y todo, objetivamente hablando, lo está. ¿Qué sucede entonces? En saber identificar este qué sucede radica la inteligencia emocional.
Me atrevería a hablar prospectivamente, para decir que el nuevo liderazgo en la administración que desarrolle sus otras inteligencias será un administrador de emociones, pero solo en la medida en que pueda interpretar correctamente el estado de ánimo de su recurso humano, para gestionarlos y canalizarlos de manera tal, que ello no implique la obstrucción de los procesos de trabajo, sino lo contrario.
Cuando comencé en el competitivo mundo de los negocios, estas empresas tradicionales que experimentaban bajones en el estado de ánimo del personal de trabajo recurrían a las vacaciones adelantadas.
Craso error, porque ello no garantizaba que su talento humano retornará más productivo. Esto pasaba porque el liderazgo tradicional era pragmático, tal vez carente de inteligencia emocional. Las consecuencias que se derivaban de esto eran desde renuncias voluntarias de todo un departamento hasta baja productividad laboral dentro de la compañía.
Hoy, un líder al frente de la administración y dirección de empresas debe saber identificar el estado psíquico y/o anímico de su equipo de trabajo, porque solo al comprender estos espectros de la emocionalidad humana es que podrá motivarlos e inspirarlos recuperando la productividad y cambiando el entorno empresarial para mejor.