Fracaso vs no éxito: dos caras de la misma realidad
Actualmente los emprendedores, motivadores y líderes empresariales se concentran en enseñar a las generaciones de relevo la importancia de aceptar el fracaso en sus vidas, como parte del proceso de aprendizaje que les ayuda a crecer y madurar sus propias ideas.
Pero en realidad, este es solo un ángulo desde el cual puede ser vista o asumida una situación negativa. La verdad es que cada “fracaso” guarda en sí mismo una enseñanza poderosa que modela las actitudes de las personas que los padecen, y que en efecto, puede tener implicaciones negativas o positivas según cómo sean asumidas.
Por ende decir que se debe “aceptar el fracaso” es aceptar que nada bueno pudo salir de una situación negativa, lo cual, es ampliamente debatible. Ya que un fracaso se asume por no haber logrado los objetivos planteados, lo que no implica que no se hayan obtenidos ciertos beneficios.
A esta situación dual es lo que se denomina “no éxito”, por no haber logrado el objetivo principal, pero sí haber aprendido mucho en el proceso, para volver a intentarlo. Es una forma de ver el vaso medio lleno, ya que con cada experiencia se han sumado nuevos conocimientos que pueden acercarle al logro de sus metas.
Esta forma de re-calibración cognitiva ayuda a fortalecer los aspectos positivos de cada situación, por difícil que sea, para mantener una actitud positiva y una mente calmada que permita solucionar conflictos, sin generar un ambiente tenso.
Un ejemplo tácito de “no éxito” es cuando se realiza un proyecto digital y este falla, porque no logra gustar a la comunidad, o ser lo suficientemente intuitivo para que la experiencia de usuario fuera satisfactoria, sin embargo, deja una cantidad de datos valiosos a sus realizadores, quienes pueden utilizarlos para crear una propuesta que tenga sinergia con los clientes finales y consumar el éxito.
Por razones obvias, tras una situación de no éxito, hay un proceso de duelo emocional y colectivo por la derrota que requiere de un proceso de aceptación, o asimilación. Una reflexión activa y meditativa del asunto, no con fines de tildar a los culpables o castigarse por los errores cometidos, sino para descubrir los aspectos que se desean mejorar.
Pero a esta ya no le denominaremos “fracaso”, ni impartiremos al colectivo la ya mencionada frase “debes aceptar el fracaso”.
Por el contrario, haremos hincapié en aceptar la naturaleza humana, en perdonarnos por nuestros errores para vivir una experiencia de liderazgo positiva.
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